Holanda fue el primer país del mundo en legalizar la eutanasia, en 2002.
En una entrevista dada a la investigadora Dra. Anne-Mrie The a más de siete años de la aplicación de la normativa, la Dra. Els Borst, ex ministro de salud y viceprimer ministro que guió el tratamiento de la ley a través del parlamento holandés, admitió que la calidad de la atención médica para los enfermos terminales había disminuido desde que entró en vigencia la ley.
La investigadora Dra. Anne-Mrie The dijo al respecto que “los cuidados paliativos eran tan inadecuados en Holanda que los pacientes a menudo preguntan para la eutanasia por miedo a morir en agonía porque el cuidado y el alivio del dolor son muy pobres.” La investigadora agregó que se había instalado la mentalidad de: ‘pensar que lo hemos arreglado todo de manera ordenada adoptando la eutanasia”
Esta percepción es consistente con otros estudios que indican que el cambio social ha llevado a que la actitud de negar la eutanasia sea considerada como una forma de discriminación contra las personas con enfermedades crónicas, ya sean físicas o psicológicas, porque esas personas se verán obligadas a «sufrir» más tiempo que las personas con enfermedades terminales.
Los hechos muestran que la eutanasia ha pasado de ser una medida de último recurso a una de intervención temprana.
A esto se ha sumado que la eutanasia no voluntaria ha pasado a justificarse apelando al deber social de los ciudadanos y al pilar ético de la beneficencia.
Mag. Pablo Torres
Fuentes:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3612319/